viernes, septiembre 30, 2005

Altar

La canción de la semana, en el blog:
"Altar", de Cerati. Del disco Siempre es hoy (2002):
Suena como el viento
y decidí borrar el tiempo
soy mi propio altar.
Harto del sarcasmo
sube el precio del silencio:
me hace sentir bien.
Colmar tu corazón,
ver si hay algo desierto.
Gozar, perderse más,
dejar que tiemble la tierra
y toda frase hecha.
Suena como el viento
y decidí borrar el tiempo,
soy mi propio altar
soy mi propio altar
soy mi propio altar
(Rap: Puedo llenar el vacío si en ti he cometido,
si alguna vez has escuchado mi ruido;
lo que respiro es lo que vivo
y lo que veo lo que digo.
No sé si lo describo:
una luz se distorsiona en mi interior,
hay algo en mi alma
brasa y fulgor.
Mientras paso este día lleno de sol
de pronto emerge de mí un fuerte resplandor.
Claro que sí, estando aquí me siento mucho mejor.
Claro que sí, estando aquí me siento mucho mejor.)
Si hay algo desierto
es que hay algo de cierto.

jueves, septiembre 29, 2005

Algo en el aire...

Algo está cambiando. Esta vez la historia es diferente. Ahora es Holanda, la todavía por algunos llamada "Naranja Mecánica", la que se queda en la orilla, goleada, confundida, jugando al borde de la desesperación.
México 4, Holanda 0. ¡Vaya cosa!
Leo en Reforma declaraciones del director técnico mexicano, Jesús Ramírez: "Pensábamos que íbamos a ganar, pero no tan holgadamente". Pues vamos acostumbrándonos, ¿no? A ganar, claro, y a hacerlo holgadamente. La nueva generación está poniendo el ejemplo, al menos en fútbol. El próximo domingo, contra Brasil, seremos -como mínimo- subcampeones mundiales.

Life is a Cabaret!

¡Qué buena película es Cabaret!
Desde hace años, gracias al buen gusto musical de mi papá, conocía el soundtrack. Canciones como "Money" y "Tomorrow Belongs to Me" han sido, desde siempre, parte de la banda sonora de mi vida, pero nunca había visto la película, que hoy me ha parecido casi genial.
Un musical inteligente, divertido, agudo. Liza Minnelli, estupenda. Qué decir de la música, las letras y las estupendamente montadas coreografías.
Pocas veces, creo, la decadencia ha sido tan fascinante. Ubicada en la Berlín de 1931, dos años antes de que Hitler asumiera el poder en Alemania, la película no pierde espectacularidad, ni se torna densa, al abordar la descomposición social alemana de esos tiempos... y obviamente no me refiero sólo al desbocado Kit Kat Klub, del que Sally Bowles es estrella (¿un adelanto de lo que sería el 54 de NY en los '70?).
Si no la han visto, háganlo pronto. ¡Vale mucho la pena!
(Cabaret, 1972, fue dirigida por Bob Fosse con base en el musical escrito por John Kander y Fred Ebb. Actúan en ella Liza Minnelli, Michael York y Joel Grey. Calificación ergozoom: 90)
PS.- ¿Alguien ya vio el musical en México? ¿Es bueno? Tengo curiosidad.

Del agandalle priísta

Jeje. O, mejor: JAJAJAJA. Arturo Montiel me da tanta risa... y una ternura... Dice que "ya no se vale que Madrazo siga con el agandalle".
Claro, Bob Madrazo, hizo una convocatoria ad hoc a sus intereses. Y Montiel se queja de que se está agandallando. Pues qué, ¿no conoce las reglas del juego? Me recordó a Labastida hace cinco años, cuando acusó a Fox -¡en pleno debate!- de llamarlo "La vestida". "Me dijo 'mariquita'... me dijo 'sin calzones...'". ¡Jajaja!
Y luego Madrazo amagando con que, si se judicializa el proceso, el PRI se puede quedar sin candidato. O sea, si aplican la ley, me les voy, ¿eh? ¡Espántame, panteón!
A mí se me hace que esta es una treta más de los priístas, para legitimar la ya muy manchada precandidatura de Madrazo. Qué casualidad que Montiel lleva casi dos semanas sin ser gobernador del EdoMex y apenas anteayer inició sus actos de campaña. Como si le sobrara tiempo y popularidad.

jueves, septiembre 22, 2005

¡Ay, dolor!

Dos días de gimnasio, y la mitad del cuerpo me duele... mientras la otra mitad responde con retraso a las órdenes de mi cerebro.
Y, sin embargo, me siento mejor que nunca. Esto de sentir la máquina funcionando, respondiendo al esfuerzo, constatando que todo está en orden, es muy... cómo decirlo... estimulante.
Desde hace varios meses tenía ganas de hacer esto: canalizar de alguna manera la energía física que tengo de sobra. Hasta hace días me lanzaba a la calle a caminar e improvisaba ejercicios en casa, pero no era suficiente. Veamos cuánto dura lo del gimnasio. Ahora estoy muy motivado, pero sí me está resultando muy cansado.
Por lo pronto mi instructor dice que, si soy constante, en mes y medio podré empezar a notar cómo "embarnezco". Levanté las cejas cuando me dijo eso. Pensé: "Ah, jijos. ¿Pues qué uno no embarnece en la adolescencia, a los diecipocos?". Me habló luego de modificar mi forma de comer, e incluso de suplementos alimenticios, "dependiendo qué sea lo que busques al hacer ejercicio". ¿Y qué busco? Pues sólo sentirme bien. Desfogado. Verme mejor. Y no mucho más. ¿Qué tanto hay que hacer para lograr eso? Ya veremos.
Ah, también disfruto sobremanera los baños de vapor. Desde que mi papá me inculcó esa costumbre cuando íbamos al Terranova, no deja de ser mi plan ideal la actividad física intensa con el colofón en un vapor y luego la regadera.

¡Órale, Post 09!

Ya en México.
Un poco tarde, pero les cuento que Fuente Ovejuna fue la Gran Cosa. Confieso que para el domingo por la tarde yo ya estaba bastante cansado, y que por eso, al empezar la obra (¡esto me da una pena!) empecé a cabecear. ¡El ritmo de los versos de Lope me arrullaba! Ahora, debo decir que después de unos minutos de "descansar los ojos" entré de lleno a la obra, que me pareció magnífica. "¿Quién mató al Comendador? / ¡Fuente Ovejuna, señor!". Aplaudí mucho al final. La vigencia de la obra es apabullante. Y, bueno, la belleza de los versos de Lope es incuestionable.
Saliendo del teatro, literalmente, corrí al estadio Vicente Calderón, al que entré con el partido ya empezado. El Barça había marcado el primer tanto, y la gente estaba un poco achicopalada. Pero el Atlético reaccionó y le dio la vuelta al marcador, defendiendo el resultado incluso con un hombre menos en la cancha. El País calificó el partido como "volcánico", imagínense. Yo sentí mucha pasión en la tribuna. La atribuyo, claro, a que no era un partido "común" para los locales, pero sí creo que los hinchas españoles son más apasionados... sin que eso sea necesariamente bueno: a veces resultan sobremanera agresivos. Pero lo disfruté mucho.
Saliendo del estadio (como a las 11), fui al hotel y luego al aeropuerto. Tenía que llegar a las 10:50, pero lo hice como a las 12:15 (el vuelo salía 01:50). Me dijeron que el vuelo estaba sobrevendido y que probablemente no pudiera tomar ese avión, que me pagarían hospedaje, comida, transporte y me indemnizarían con 600 euros a cambio de aceptar volar en el vuelo del día siguiente. Me ilusioné (¡una noche más en Madrid y 600 euros, casi la mitad de lo que gasté en el viaje!), pero finalmente sí me acomodaron, aunque no en Clase Preferente, como me habían sugerido que ocurriría. El vuelo fue muy pesado, peor he dormido bien estas noches, ya en casa.
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Sé que este viaje me marcará. Mi vida no va a ser la misma después de Madrid 2005. No he tenido mucho tiempo de reflexionar al respecto (ni siquiera he desempacado todo), pero lo intuyo. Mi actitud es muy otra, y tengo ganas de hacer cosas que ni siquiera imaginaba hacer hace unos meses. Seré otro. Seré más. Y seré mejor.

sábado, septiembre 17, 2005

¡Qué güay, Post 08!

Penúltimo día completo en Madrid.
Me subí al turibús (que acá se llama Madrid Visión) para comprobar, con mucho orgullo, que -en efecto- no me faltaba casi nada por conocer de la ciudad, al menos -insisto- de los lugares considerados "turísticos". Estuve en los camiones un par de horas (son tres rutas). Luego me dirigí al hotel para recoger a Indiana (hizo un viento bastante frío hacia mediodía) y luego al Café Gijón. Señores, ¡qué comida! ¡Qué comida! La mejor que he hecho en Madrid. Y miren que he hecho re buenas comidas. Pedí sopa de pescado para empezar, seguí con lubina a la vizcaína, acompañé con una copa de vino blanco y agua natural. De postre, arroz con leche y café. No saben qué delicia. Además, el lugar es de lo más agradable. Tiene 101 años de vida y la prosapia se respira intensamente. No había mucha gente (a esa hora, turitas sobre todo) y tuve una comida muy tranquila, acompañado de Vázquez Montalbán y sus Mares del sur, que me parece cada vez más notable.
Luego caminé al Retiro. Le pedí a una vidente que me leyera las cartas. Como los horóscopos, lo que me dijo es de lo más ambiguo pero adecuado para cualquiera con un mínimo de fe. Vázquez Montalbán: "A veces uno necesita cierta dosis de autoengaño. No se puede vivir despellejado, sin posibilidad de meterte en ninguna iglesia, sin rezar no se puede vivir". Vale.
Me dijo, entre otras cosas, que mi primer hijo va a ser varón (eso me hizo mucha ilusión); que no dejara mi trabajo ("las cosas van a mejorar") y notó lo absolutamente evidente: "Te veo solo", dijo. Me reí. Hice un gesto un poco burlón, como buscando a alguien a mi alrededor: "Sí, vine solo", respondí. Ella me miró seria: "No. Solo. Te veo muy solo". ¡Joder! Me dejó callado. De salud me vio bien, y dijo que mi familia también estaría bien.
Luego renté una lancha y me puse a remar en el lago. Años que no remaba. Me divertí.
Más tarde me fui a la calle Serrano a buscar la tienda del diseñador Pepe González que vi desde el turibús. No, ¡no es broma! Hay un diseñador con mi nombre en la calle Serrano (que es, todas las distancias guardadas, como la 5a Avenida madrileña). Quería ver la tienda bien y tomarle fotos, pero no la encontré.
Ahora estoy en un centro comunitario frente a la Puerta de Toledo, donde el Internet es gratis (eso sí: sólo una hora por persona, por día, y sin MSN). Me iré caminando a la zona del hotel y a lo mejor tomaré el turibús otra vez para ver Madrid de noche.
Es posible que mañana no me pueda conectar. La mañana será tranquila, pero la tarde y la noche serán de un ajetreo loco. En el peor de los casos, les contaré el lunes qué tal estuvo Fuente Ovejuna y el Atlético - Barça. Ambos acontecimientos prometen mucho. ¡Saludos!

viernes, septiembre 16, 2005

¡Jo-ér, Post 07!

OK. Hoy no me puedo levantar. Lo primero que debo decir es que me gustó. Y mucho. Está bien producida, bien actuada, bien cantada, bien ¡todo! Bueno, casi todo. El argumento es un poco débil a partir del intermedio. En una revista leí hace poco que un musical debe ser, sobre todo, entretenido, divertido. Y en Hoy no me puedo levantar sucede que la primera parte termina muy bien, con el ánimo muy arriba y el ritmo a tope. Luego viene el intermedio, se enfrían un poco los ánimos, y ocurre que -mientras uno espera retomar el musical "desde arriba"- éste da un giro dramático, si no precisamente inesperado, sí un poco indeseable. La diversión desaparece para dar lugar al drama. Drama duro (bueno, lo duro que puede ser en un musical), con mensaje social y todo. Hay un momento muy bajo, cuando la escena inicia con la compañía llorando a moco tendido frente a una lápida para dos minutos después empezar a bailar la famosa canción del cementerio que hizo famosa Mecano ("Qué serio este cementerio" o algo así se llama), con claras alusiones al video Thriller de Michael Jackson... y la verdad es que, aunque los de Hoy no me puedo levantar hacen bien las cosas, Jacko mostró lo mejor de sí (que ya es decir) en ese legendario video. En fin. Fuera de este bache (más o menos grande) que a mi ver tiene el musical, sí pienso que lo demás vale mucho, mucho la pena.
Si les gusta Mecano, el musical les va a encantar. Aunque, aclaro, éste NO narra la historia de Mecano (como yo pensaba), sino la de un chico de pueblo que llega a Madrid en el '81 con un amigo y algunas canciones escritas pensando hacerla en grande, creyendo que llegará lejos... se pueden imaginar el resto. Así se van intercalando (un poco forzadas, a veces) las canciones de Mecano. Según sé, el próximo enero Nacho Cano y los productores del musical estarán en México para afinar detalles sobre el montaje en nuestro país. Imagino que, si todo sale bien, el próximo verano podríamos tener Hoy no me puedo levantar en el DF.
Por lo demás, hoy decidí tomarme un día de descanso en Madrid. Me levanté tarde. Hacia el mediodía me metí a El Corte Inglés a desayunar (huevos con bacon, café, pan y jugo). Curioseé la tienda (¡siete pisos, por Dios!) y luego cometí un "error": me metí a la librería. No pude resistir la tentación y compré varios libros (cinco, creo), dos de ellos muy gordos y pesados: el nuevo ramalazo editorial después del Código Da Vinci (así lo ofrecen, al menos) que salió a la venta hoy aquí. Tiene qué ver con el Conde Vlad Drácula y se llama La historiadora. También compré otro, del que no recuerdo su nombre, que ofrecen como el sucesor de El Señor de los Anillos. En las solapas tiene elogios rimbombantes del Washington Post y Neil Gaiman, entre otros. Son como 1500 páginas de los dos libros, así que espero estén increíblemente buenos.
Luego al hotel, a dejar los libros y refrescarme. Comí en un restaurante llamado Pans & Company, que es una cadena tipo Subway, pero española. Un sándwich de lomo adobado con queso, patatas bravas y coca-cola. Más tarde, al cine. Vi Spellbound, un documental sobre siete concursantes del Spelling Bee en Estados Unidos. ¡Maltrato infantil con pinta de excelencia académica! Me acordé de que en el Williams nos "entrenaban" para eso. Incluso, si no recuerdo mal, una compañera mía (Ma. Antonieta François), llegó a la final y quedó en un muuuy buen lugar. Ahora la admiro (¿o la compadezco?) más.
Ahora sí espero dormirme temprano (a ver si en mi penúltima noche lo logro) para mañana ganarle a las hordas de turistas y ser de los primeros en abordar uno de esos camiones de dos pisos que recorren el Madrí turístico en tres rutas: te puedes subir y bajar las veces que quieras hasta la media noche. No suena mal, y así checo los lugares que me quedan por ver, que son pocos (de los turísticos, quiero decir). Quiero comer en el Gran Café Gijón.
Nos veremos pronto, ¡saludos!

jueves, septiembre 15, 2005

¡Me cago en la leche, Post 06!

Desayuné en Vips. Los de acá son más bonitos: su decoración es un poco más minimalista y, no sé. Uno tiene la sensación de estar en el 2005, no en los '70 de nuestros Vips. En fin. La comida, buena y barata: 3.75 euros por paquete de huevos con bacon, patatas fritas, café con leche y zumo de naranja. Nada mal. Hojeé la revista Qué leer mientras desayunaba con vista al Paseo del Prado.
Luego enfilé rumbo al Reina Sofía. La gente se quedó en la Gran Vía. Y en la Plaza Mayor. Y en lugares así. El Reina Sofía, al menos, está libre de aglomeraciones. Pasé ahí varias horas.
Una amiga mía (hola, Toña) me comentó hace poco que Dalí dijo que ante una obra de arte hay que aprender a llorar lágrimas de inteligencia. O algo así. El caso es que sí se me hizo un nudo en la garganta cuando me topé frente al Guernica. Y les juro que no es bluff ni cursilería. Escuchaba la explicación de la audioguía (en voz del hijo de Picasso) y, observando los elementos del cuadro (comprendiéndolo un poco, supongo), no pude evitar tragar saliva y, como diría mi abuela, "sentir palpitaciones". Pensar en la guerra, en la genialidad de Picasso (pintó eso en un mes), en la universalidad del mensaje... Bueno. Me quedé ahí pasmado varios minutos. Y vi muchas otras cosas. Muchos Miró, muchos Dalí. Mucho arte español del siglo XX, en general.
También pasé a una exposición temporal sobre Juan Gris, súper completa pero -a mi parecer- un poco tediosa por repetitiva: ¡el tipo no se cansaba de pintar bodegones, uno tras otro!
A la salida compré muchos souvenirs 'pa mis cuates en México. Son detalles, claro, pero a todos les llevo algo.
Acabo de salir del hotel, donde llegué a refrescarme y a acicalarme un poco. En poco más de una hora se levanta el telón en el Teatro Movistar de la Gran Vía para la función de esta noche de Hoy no me puedo levantar. Mañana les contaré sobre eso, será lo primero del post 07. Pero antes debo ir a comer para no desmayarme de inanición mientras, coincidentemente, el elenco de la obra cante "Hoy no me puedo levantar": la obra dura 3 horas y media, así que hay que llegar bien comidos.
Stoy leyendo Los mares del sur, de Vázquez Montalbán. ¡No saben lo bien que pinta una novela negra escrita por un tipo que además de narrador fue (buen) poeta!
Por cierto: ¡Que pasen un felicérrimo Grito! Comed y bebed a mi salud. Y griten re fuerte, pa que los oiga hasta acá. ¡Un abrazo!
Nota al margen: ¿Qué onda con la tele nocturna de Madrid? Ayer la prendí como a medianoche y encontré varios canales de infomerciales de altísimo contenido erótico, por no decir pornográfico. Son chats de SMS: en pantalla aparecen los mensajes que la gente envía, mientras las imágenes ilustran -explícitamente- actos sexuales que, supongo, sirven como "gancho" para que la gente llame. Es de lo más raro. Y hay mucha prostitución en las calles. Ayer que salí de aquí (del café Internet) vi una gran fila de chicas lindas, muy querendonas ellas. Pensé que debía haber una discoteca por aquí o algo así hasta que casi me topé de frente con una de ellas y, mientras me hacía una invitación procaz, me di cuenta de que era una prostituta y no una chica linda esperando entrar a un antro. Todo esto a metros de la zona "bien" de la Gran Vía. No que me espante, pero sí que me ha parecido inusual.

Prepost 06

OK. Primero las últimas líneas de Soldados de Salamina, que ayer me llegaron tanto. Así acaba el libro:
"...y entonces el periodista mira su reflejo entristecido y viejo, en el ventanal aparece un desierto interminable y ardiente y un soldado solo, llevando la bandera de un país que no es su país, de un país que es todos los países y que sólo existe porque ese soldado levanta su bandera abolida, joven, desharrapado, polvoriento y anónimo, infinitamente minúsculo en aquel mar llameante de arena infinita, caminando hacia delante bajo el sol negro del ventanal, sin saber muy bien hacia dónde va, sin importarle mucho siempre que sea hacia delante, hacia delante, hacia delante, siempre hacia delante".
El libro es Soldados de Salamina, el autor Javier Cercas y la editorial Tusquets.
(Ahora que veo la oración ésa: ¿no le falta un verbo?)

miércoles, septiembre 14, 2005

¡Hostias, Post 05!

Vaya. Que el cuerpo me pasó factura hoy luego de las desveladas anteriores y las pocas horas de sueño. Me desperté pasadas las 10.30 (me dormí, de nuevo, luego de las 2am). Eso sí, amanecí con pila alta.
Empecé yendo al estadio Vicente Calderón, donde compré -sin las aglomeraciones que yo esperaba- boleto para el partido Atlético-Barça que se juega el domingo por la noche. ¡El Barça, señores! Campeón de la Liga Española, ni más ni menos.
Ahora bien: la tarde-noche del domingo será de locos: a las 19:00 empieza Fuente Ovejuna, y a las 21:00 el partido de fut. A las 10:50 tendría que estar en el aeropuerto (aunque seguro llegaré un poco después de esa hora). Mucha adrenalina correrá por mis venas durante esas horas, sin duda.
Luego fui a El País. Oh, decepción. Ni siquiera me recibieron. Como no respondieron mis mails de semanas anteriores, llegué a recepción, expliqué brevemente mi caso (soy José Luis González, vengo de México...) y el señor que atendía me dio un folletito. Le dije que esa información ya la tenía, que lo que quería era hablar con alguien del máster y conocer las instalaciones. Arqueó las cejas y me dijo algo así como "Será difícil". Marcó una extensión, le explicó mi caso a alguien y me pasó el teléfono. Una Raquel (secretaria del máster) estaba en la línea preguntándome qué se me ofrecía. Le dije. Me respondió que era "imposible" que yo conociera las instalaciones, porque se lo tenían prohibido. Le pregunté si podía hablar con alguien, entonces. Sonrió (sí, escuché su sonrisa) y me dijo: "Pues estás hablando conmigo". Jeje. Le dije que me gustaría hablar con alguien "personalmente". Me dijo, otra vez, que en ese momento era imposible. Le pregunté si podría hacerlo hoy por la tarde, o cualquier otro día de la semana. Me dijo que no, porque era la única secretaria del máster y no podía desatender la oficina. Ahondó: "Pero puedes hacernos cualquier consulta por correo electrónico". Ya un poco molesto, le espeté: "Sí les he enviado varios correos en las últimas semanas, pero no me han respondido..." "Ah, bueno, es que estamos en época de inscripciones y hemos recibido casi 3 mil mensajes, ¿sabes? Pero los respondemos todos. Por correo electrónico o por teléfono podemos responderte cualquier duda que tengas..." Obviamente la mandé al carajo. Bueno, no. Sólo le dije que gracias y hasta luego... y en mi mente brillante sí que la mandé al carajo. Pensé armar un escándalo, claro. Insistir en mi historia de vengo de México y etcétera. Pero luego decidí que no era necesario. Que yo no necesitaba rogarle a nadie una entrevista, aunque fuera El País. Yo soy Pepe González. Y a ver de a cómo nos toca.
En fin.
Luego me dirigí al centro, a comer. En el Metro terminé de leer Soldados de Salamina. Buena novela. Buena, sin duda alguna. Termina con unas palabras que me llegaron al alma. Por desgracia no tengo el libro a mano, pero les prometo pasarles la cita mañana.
Fu a comer a El Botín. Recomendación de Tere Vale. ¡Y qué recomendación! El lugar es fabuloso: está sobre las bases de una taberna del siglo XVII, construida en una cueva. El servicio es excelente y la comida exquisita. Pedí sopa de ajo con huevo, cordero asado (especialidad de la casa desde 1725) y una copa de tinto. De postre, leche frita y café con leche. No saben qué delicia.
Luego caminé al hotel, me refresqué y salí a caminar por las calles aledañas (no lo había hecho). me perdí (para variar) pero viví una parte del Madrid no turístico, del otro lado de la Gran Vía. Tiene su encanto, claro, pero definitivamente no es tan "bonito". Aunque quizá sea más interesante.
Si me da tiempo, al rato voy a ver un show de flamenco que dan gratis en una estación del metro. Mañana pienso ir al Reina Sofía, con calma, y caminar esa zona de la ciudad. Por la noche, función de Hoy no me puedo levantar: ¡tengo grandes expectativas de esa obra! Ya les contaré.
¡Saludos a todos!

martes, septiembre 13, 2005

¡Rediez, Post 04!

Pese a mis buenos deseos, no estoy durmiéndome temprano y, desde luego, tampoco despertándome lo temprano que quisiera. He pegado el ojo muy cerca de las 2am, y me he despertado siempre antes de las 8. Un poco lejos de mis ocho horas de sueño habituales. Pero la pila sigue y sigue.
Por la mañana desayuné torta de patata, bocadillo de salchichas (¡qué raras las hacen aquí!) y jugo de naranja. Rico, todo. Luego fui al ABC. Todo ahí está mejor que en El Mundo: como que llevan 15 años haciendo el máster (El Mundo, 4) y al empresa es gigantesca. De cualquier forma, debo confesarlo, las instalaciones y el programa del máster quedaron lejos de apantallarme. Sé que allá en México hay varios periódicos que no le piden nada a ABC y que el mismo máster podría hacerlo allá trabajando para cualquiera de esos periódicos (ganando dinero, en vez de pagarlo). En fin, que las dudas sobre el máster afloran, pero mañana voy a El País, y espero sorpresas.
De ahí caminé un poco por la calle de Alcalá (ahí está, ahí está, viendo pasar el tiempo: ¡la puerta de Alcalááá!) y luego entré al Parque de El Retiro, a descansar un poco. Me tumbé sobre una banca y me puse a leer varias páginas de Soldados de Salamina: la novela, como me advirtieron mis recomendadores, mejora mucho hacia el final. Veremos cómo termina.
Luego, la parte estelar de la tarde: el Santiago Bernabéu. Tour por el estadio. No pude evitar sacar la cámara y disparar a diestra y siniestra. Parecía yo 'Pepe The Kid! Me tomé fotos en el campo, rumbo a los vestidores y en los vestidores... Creo que estropeé el casillero de Beckham, pero no digan nada... Lástima que no pueda postear las fotos ahora; hay unas buenas.
Luego fui a comer. Melón con jamón serrano (entrada frecuente acá) y pizza prociutto (o algo así: llevaba jamón, queso y orégano) hecha en el momento: me supo a gloria.
De regreso a la zona del hotel me metí a la Casa del Libro y, luego de muchas tentaciones, compré sólo dos títulos que quería desde hace rato pero no he encontrado en México: Tres tristes tigres, de Cabrera Infante y Los mares del Sur, de Vázquez Montalbán. Por cierto, Aldo, ahí encontré Lateral: ya está en mi mochila.
Y ahora estoy aquí. Son casi 9.30 pm, debo hacer el programa de mañana e intentar, nuevamente, dormir temprano para reponer energía.
Madrid es increíblemente turística. Es martes, no son vacaciones, y la Gran Vía está cubierta de extranjeros y españoles que quieren pasar el rato. Son tantos que casi no hay diferencia con la cantidad de domingo por la tarde. Impresionante en verdad.
También mucha gente lee. No tanta, pero sí mucha. Quizá 4 ó 5 de cada 10 llevan en el Metro un libro, revista o periódico en mano. Claro que dos de esos 4 ó 5 llevan, invariablemente, un diario deportivo o El Código Da Vinci... pero, bueno, leer es leer, ¿o no?
Vale. Plan para mañana: incierto. Debo ir a El País, pero no sé si lo haré por la mañana: igual quiero intentar comprar boleto para el Atlético-Barça que se juega el sábado, aunque me tenga que formar un rato: vale la pena. Creo, entonces, que iré al Vicente Calderón temprano y luego me lanzaré a El País. La tarde completa podría dedicarla al Reina Sofía, que se me antoja un restorán. Y me falta comer o cenar en El Botín... ¡pero se me está acabando ya la ropa limpia! En fin, les ahorro esas cuitas. ¡Saludos a todos, y gracias porvenir!

lunes, septiembre 12, 2005

¡Joder, Post 03!

Lunes 12.
Creo que uno no está en Madrid hasta que no pide, para beber mientras come, una "cañita". Hoy lo hice, mientras me servían una porción de ensaladilla rusa con pan en un restaurante de la Avenida Toledo, en La Latina. Deliciosa la ensalada, y de la cerveza puedo decirles que hace mucho no disfrutaba tanto de esa bebida espirituosa. Ahora entiendo por qué a los madrileños les da por tomar cerveza incluso antes de mediodía.
Por cierto que cerca del mediodía, desayunando, probé por primera vez las mollejas. No supe que eran mollejas hasta que el sabor las delató. Yo esperaba carne picada con un suculento aderazo... ¡craso error! Eso sí, probé una cosa que aquí llaman... jo, olvidé cómo lo llaman. Son trozos de chcicharrón con carne, una delicia.
En otros asuntos, les cuento que mi entrevista con la gente del máster de El Mundo resultó un poco decepcionante. Se los resumo todo diciéndoles que al final del curso, el gran final de finales, es editar en papel periódico una gaceta que hacen los alumnos. El "ejercicio" previo a esa gaceta es un periódico diario que hacen en computadora y al que le sacan fotocopias. ¿Saben qué pensé? Después de la entrevista, mientras desayunaba esa cosa de chicharrón con carne y las mollejas, pensé: "Yo ya jugué al periódico". Y decidí que no voy a cruzar el Atlántico para estar acá más de un año e invertir buena parte de mis ahorros en un máster que me permitirá hacer lo que yo hacía cuando tenía 10 años de edad. Quienes hayan conocido La Estrella saben de lo que hablo. En fin. Mañana tengo encuentro con gente del ABC. Veremos qué tal.
Después de lo de El Mundo me fui a la Complutense. Enorme universidad. Un poco vieja, para mi gusto, pero imponente igual. La UNAM está mejor... ¡y tiene al mejor equipo de fútbol del mundo!
Luego fui al estadio Vicente Calderón a ver si había boletos para el Atlético de Madrid - Barcelona que se juega el próximo sábado. Me dijeron que el único día de venta en taquilla es el miércoles, y que se esperan hordas de gente desde temprano así que a lo mejor no iré.
Luego pasé al Teatro Colón a comprar mi boleto para Fuente Ovejuna el domingo por la noche. ¡Será el broche de oro de mi visita a Madrid! Y, last but not least, me caminé otra parte de La Latina hasta dar con el restaurante antes mencionado. Luego fui a la tienda FNAC, que mencioné ayer: cuatro pisos de DVDs, CDs y libros... ¡el Paraíso en la otra esquina! Hay miles de títulos. Yo compraré algunos, pero si alguien quiere algo especial (cine, literatura o música españolas, por ejemplo), avíseme con tiempo para planear otra escapada.
Oigan, ya cumplí casi dos horas de Internet y quiero dormir temprano. Estoy feliz, pero agotado. A quienes me han escrito, ya en el blog o vía e-mail, muchas gracias. Prometo responder personalmente esta misma noche o mañana cuando muy tarde. Gracias en verdad. ¡Saludos!

domingo, septiembre 11, 2005

¡Jolines, Post 02!

Domingo 11
Soy feliz. Por fin encontré una computadora con Word. Estoy en un ciber café a media cuadra del hostal. 1.50 euros la hora, ¡y Word, por amor de Dios! Mañana temprano estaré aquí haciendo el programa de radio. Ahora no puedo adelantar porque allá la elección interna del PAN apenas va a la mitad, y yo necesito los resultados 'pa escribir sobre eso. En fin.
Pensé que iba a ser un día tranquilo, pero fue de lo más movido.
Me desperté temprano (noten que el jet lag me hizo lo que el viento a Juárez), desayuné en el hotel (café con leche, pan y jugo) y me fui caminando a El Rastro. Es, digámoslo de una vez, como una Lagunilla madrileña. Nomás que La Lagunilla tiene más caché. Aquí de plano no diferencían entre lo antiguo y lo basura. Además, nosotros estamos años luz de distancia con nuestros productos pirata. Aquí, apenas dos o tres puestos con CDs... ¡y ya! Pobres. Eso sí, chucherías hasta 'paventar 'parriba. Compré una playera padrísima que he llamado "Toro Salvaje" (ya verán por qué).
Muy cerca de El Rastro está el Barrio La Latina que recorrí, creo, completo. Es un barrio muy lindo, pero nada del otro mundo. Lo bueno estuvo cuando traté de salir de ahí: me perdí. Desde hace algún tiempo tengo la certeza de que uno realmente no conoce una ciudad hasta que se pierde en ella, así que seguí caminando con mapa en mano, tratando de orientarme. No les hago el cuento largo: llegué hasta los linderos de la Complutense (que queda lejisísimos de La Latina) hasta que encontré una avenida que conectaba con la Gran Vía. Caminé un resto (como dos horas) y conocí más Madrid. Eso sí, me dio un hambre de miedo. Llegué al hotel a refrescarme. Me cambié y salí a buscar dónde comer/cenar. Tere me recomendó un restaurante superlativo cerca de la Plaza Mayor (El Botín), pero estaba cerrado. Luego me senté en una mesa de un lugar llamado "El Museo del Jamón", en plena Plaza. Nadie se acercó a atenderme en varios minutos, así que me paré y me fui. Caminé hasta encontrar otro restaurante recomendado (éste por la guía de El País): Casa Labra, se llama. Un lugar pequeño, pero acogedor, donde los fundadores del PSOE se reunían en años remotos (el restaurante fue fundado en 1860). Pedí varias tapas (brocheta de bacalao, atún en escabeche), dos bocadillos (uno de jamón -serrano, claro- y otro de chorizo) y una botella de agua. Nada malo, pero tampoco algo para chuparse los dedos. Luego busqué un café Internet y, aquí ando. Ya pasan de las 9 de la noche, y estoy cansado.
Mañana hay que empezar temprano, escribiendo el programa de Tere. Luego, cita en El Mundo. Más tarde iré a la Complutense, con calma ahora sí. También debo llamar a mi contacto en el ABC, para ver cuándo puede recibirme. Por la tarde, si hay tiempo, quiero ir a ver discos a una tienda que se llama FCNA, o algo así, que parece el MixUp de estos lares. Por fuera, al menos se ve enorme.
Me iré a la cama esperando que ganen las Chivas. ¡Saludos!

sábado, septiembre 10, 2005

¡Jolines, Post 01!

Sábado 10.
El vuelo fue bastante tolerable. Me tocó un súper lugar, justo frente a una de las salidas de emergencia (lo que me permitió estirar las piernas a todo lo que éstas dan para que hasta me sobrara espacio). De cualquier modo, dormir sentado es incómodo, pero pude descansar. Empecé a leer Soldados de Salamina, que va muy pero muy bien hasta la página cincuentaytantos.
Llegando al aeropuerto tuve que hacer fila como de una hora porque el paso por la aduana era lentísimo. Luego, en Metro hasta el hotel. Hostal La Fontana, a unos metros de la Gran Vía. Debo decir que al principio me decepcionó un poco. Está, sí, muy cerca de la avenida, pero un una callecita un poco solitaria y oscura. En la esquina hay una sex shop. Les juro que lo vi (ocupa un piso de un edificio enorme que se ve viejo por fuera) y me di la vuelta con todo y maleta. No está taaan feo, pero sí esperaba algo mejorcillo. Luego recordé que tenían el número de mi tarjeta y que si no llegaba de todos modos me iban a cobrar una noche, así que decidí volver y revisarlo. Además el hostal está recomendado por el diario El Mundo como una "joya" por su relación calidad/precio. Ya entrando no está tan mal. Está bien cuidado, el personal es amable y la habitación, aunque minúscula, es más que suficiente. Tiene cama, baño, regadera, TV y aire acondicionado. Además, la ubicación, repito, es inmejorable salvo por los diez metros de callecita oscura. La Gran Vía queda a tiro de piedra, con sus restaurantes, tiendas, teatros y cines... también hay una librería (La Casa del Libro), que tiene nomás ¡4 pisos de libros, libritos y librones! Hoy entré, pero pude contenerme y no caí en tentación.
Eso sí, ya compré mi boleto para el musical Hoy no me puedo levantar el próximo jueves (¡noche de Grito!) a las 8:30 en el Teatro Movistar. Tengo lugar en la sexta fila ¡sexta! También están en temporada Mamma Mia! y Cabaret. El jueves se estrena una versión clásica de Fuente Ovejuna, creo que a ésa sí iré.
Hoy comí una hamburguesa en Burger King. Estuve buscando un lugar más típico de por acá, pero todos los de la Gran Vía me parecieron, además de caros, un poco "falsos", como hechos para turistas. En BK al menos vi gente "normal" y no, precisamente, turistas comiendo tapas mientras revisaban su mapa del Metro.
No hubo muchas novedades porque llegué tarde (estaba registrándome en el hotel como a las 5:30 pm), y porque lo que recorrí hoy (la Gran Vía, básicamente), ya lo conocía. Mañana temprano iré al Rastro, el mercado de pulgas de Madrid, y a recorrer el barrio La Latina, que es uno de los más antiguos y tradicionales. Será un día tranquilo. El lunes empiezo con las visitas a las universidades y esos menesteres.
Clima de lo más agradable. El termómetro marcaba 26 grados cuando llegué al hotel. Cálido sin ser caluroso.
Por cierto, acabo de abrir una cuenta de Messenger, por si alguien se conecta mientras yo esté por acá posteando y chambeando (que no adelanté los programas de la próxima semana). Son siete horas 'pa delante en el reloj mexicano, así que hemos de prestarnos a las coincidencias. La dirección es ergozoom2103@hotmail.com
¡Saludos!

viernes, septiembre 09, 2005

¡Jolines!

Algunas notas inconexas (pero no incoherentes) antes de viajar a Madrid:
- Hice mi maleta escuchando el soundtrack de la película The Power of One, de 1992. La música es de Hans Zimmer. Todo el disco (a excepción sólo de un track) se encuentra de manera definitiva en la banda sonora de mi vida.
- Muchos piensan que voy de vacaciones. No es estrictamente así. Voy en viaje de reconocimiento a analizar (seriamente) posibilidades de estudiar una maestría en España el próximo año. Voy a universidades, oficinas, aulas, entrevistas con coordinadores. Voy a ver departamentos. A ver cuánto cuesta la vida allá. De scouting, dice mi papá. Así.
- Voy strictu sensu, a pensar y repensar mi futuro. A ver y analizar a la distancia varias cosas (buenas y no tan buenas) que han pasado en estos últimos meses. Y a moverme. A preparar los siguientes pasos.
- Esto no excluye (de ninguna manera) que el viaje se disfrute. Au contraire, pienso ir al musical Hoy no me puedo levantar, a conocer el Santiago Bernabéu, al Museo Reina Sofía. Comer en el Café Guijón. Ir al Rastro. Caminar el Bario La Latina.
- Peso 70 kilos. Luego de comer todas las tapas que me quepan, ¡a ver cuánto peso a mi regreso!
- Éste será el viaje más largo que habré hecho solo. Hace tres años mi primer viaje a Europa duró dos semanas, pero 10 de esos 14 días los pasé acompañado por la gente que iba en el mismo tour que yo. Ahora serán 10 días sólo conmigo y mi circunstancia.
- Yo y mi circunstancia disfrutamos sobremanera el tiempo que pasamos juntos. Nos caemos bien (bastante, diría) y sabemos divertirnos. Pero siempre agradeceremos mails amigos que nos hagan sentir cerca. Que nos recuerden a los otros que queremos tanto.
- Si alguien quiere algo de por allá, siéntase en la más confianzuda libertad de pedirlo. Si lo encuentro, lo traigo.
- Para leer en el avión llevo Soldados de Salamina, de Javier Cercas.
- ¡Que las Chivas ganen el Súper Clásico!

jueves, septiembre 08, 2005

Los libros más vendidos

Según el libro The Top 10 of Everything, de Russell Ash, citado por la revista La Tempestad, en su número de este bimestre. Entre paréntesis, año de publicación seguido de número estimado de ejemplares vendidos):
1. La Biblia (1455; 6 mil millones).
2. El libro rojo, de Mao Tse Tung (1966; 900 millones).
3. Libro de Ortografía Americana, de Noah Webster (1783; 100 millones).
4. Libro Guiness de los Récords (desde 1955; 90 millones).
5. El Almanaque Mundial (desde 1868; 73500 millones).
6. El lector McGuffey, de William H. McGuffey (1836; 60 millones).
7. Tu hijo, del Dr. Benjamin Spock (1946; 50 millones).
8. Un mensaje para García, de Elbert Hubbard (1899; 40 millones).
Mi nota al pie: ¿Dónde quedó El Quijote? ¿Y no que Harry Potter muy salsa? Esperen en breve el título El lector González, de Pepe González: ¡promete romper todos los récords conocidos!

martes, septiembre 06, 2005

Vi 'La caída'

¿Se puede humanizar la figura de Hitler? Sí, claro. Tanto como se puede humanizar la figura de cualquier otro hombre o mujer del planeta, en cualquier momento histórico. Hitler era humano. A nuestro pesar, claro. Pero lo era. La historia, y el cine, han hecho de él una caricatura. Pero Hitler, el hombre, era amable con su pastor alemán (Blondie), tenía muestras de aprecio por la gente cercana a él (su secretaria, su amante, los hijos de Goebbles) y... y muy poco más, según Olivier Hirschbiegel, director de La caída.
No entiendo por qué algunos críticos (sobre todo, según me dicen, en Alemania) encuentran que esta cinta despierta "empatía y admiración" por Hitler. Digo, sí despierta curiosidad por saber cómo era el dictador alemán; cómo enfrentó los últimos días de su vida; cómo trataba a su círculo cercano. Pero esa curiosidad (que no empatía y mucho menos admiración) la despiertan otros muchos personajes históricos. Con Hitler sucede, claro, que fue uno de los seres más repulsivos que ha dado la Humanidad. Y La caída lo muestra así, en todo su "esplendor": no sintiendo piedad por los civiles alemanes que morían en Berlín al negarse él a la rendición; presumiendo su orgullo por el Holocausto; manteniendo su desquiciada idea que tenía de una nueva Berlín y defendiendo hasta el fin la insana orden de no rendirse y buscar la "Victoria Final".
La película me parece, en muchos sentidos, valiosa. Desde el guión hasta la muy justamente celebrada actuación de Bruno Ganz en el papel de Hitler, pasando por una impecable producción y una dirección sin tachas.
Me parece que lo que a los alemanes les incomodó fue el final, en el que la voz en off de Traudl Junge (secretaria de Hitler, en cuyas memorias se basa parcialmente el guión) revela que ella, como muchos alemanes de entonces, no apoyaron a Hitler conscientes de todo lo que hacía. Muchos, como la misma Traudl, eran demasiado jóvenes para mostrar el resentimiento de sus mayores por la derrota en la Primera Guerra Mundial y apoyaban al régimen pero no eran nazis. Traudl, sin embargo, afirma que su juventud y si ignorancia de entonces pueden no ser excusas. "Pudimos haber hecho algo para informaros más", dice. Y eso, seguro, debe incomodar a los alemanes.
Pero no sólo a ellos. Debe incomodarnos a todos. Porque si algo muestra la película es la debilidad de los hombres en general. La debilidad ante un sistema, ante un personaje carismático, ante la cómoda ignorancia que puede llevarnos a encumbrar a un tipo como Hitler. Les pasó a los alemanes. Pero le ha ocurrido a muchos pueblos antes y después de ellos. En realidad, todos somos débiles ante la simpatía que despierta el Diablo.