miércoles, agosto 25, 2010

La Belleza


Me enteré la misma tarde del lunes, pero no me interesó ver la final de Miss Universo en vivo. Preferí seguir trabajando. Seguramente también chateaba y escuchaba música. Jimena Navarrete no existió en mi mundo sino hasta que ya entrada la noche empecé a ver en Twitter primero y luego en facebook que varios de mis conocidos y algunos amigos replicaban la noticia: ¡Ganamos Miss Universo!

Al principio creí que era broma. Cuando confirmé que era cierto, utilicé los mismos medios para expresar mi alegría por la noticia. No tardaron en aparecer personas que se dijeron decepcionadas de mi posición: ¿Cómo era posible que me alegrara por algo tan banal? ¿Por qué me daba gusto una noticia tan irrelevante? ¿Qué no me daba cuenta de que el premio había sido comprado?

Debo aclarar: a mí el concurso en sí mismo me parece, sí, irrelevante. Las consecuencias de que lo gane una mexicana, no. Precisamente el post anterior a éste aborda el hecho de que un país que debería estar viviendo el prolegómeno de una fiesta histórica se encuentre sumido en una depresión que parece cada vez más honda: un día y otro también nos enteramos de hechos atroces (secuestran y asesinan a un alcalde aquí, encuentran dos decapitados allá, el narco impone bloqueos carreteros más allá).

Ni siquiera los actos explícitamente dedicados a calentar la pista de los festejos del Bicentenario encuentran eco (en gran medida por la supina torpeza del gobierno en este tema): el traslado de los restos óseos de los héroes transcurre con mucha pena y nada de gloria; se retrasa la “Estela Bicentenario” por errores en el cálculo de su presupuesto (¡plop!) y la canción oficial de los festejos del gobierno es vituperada hasta el hartazgo en las redes sociales (yo contribuí a ello, lo confieso: la canción me parece espantosa).

Y entonces Jimena Navarrete, mexicana, gana un concurso de belleza internacional. Circula en las redes sociales que cuando le preguntaron cuál había sido su secreto para ganar ella respondió: “No hice sándwich”. Ignoro si realmente lo dijo, pero la respuesta pone el dedo en la yaga abierta de la Selección Mexicana y su eterno halo de fracasos. La gente se alegra. Sale el espontáneo que dice “Vamos al Ángel”. Los periodistas reseñan la forma en que Jimena “no sólo es bella, sino también inteligente”; a algunos les da gusto el hecho de que al momento de responder las preguntas del jurado haya decidido hablar en español y no practicar un inglés champurrado, como otras de sus competidoras nomás por no “verse mal” respondiendo en su lengua materna.

Para mí lo que vale es que es mexicana, y que ganó. “Pero hay cosas más importantes qué ganar”, me dicen. Y estoy de acuerdo. Yo sí iría al Ángel a celebrar un Nobel. Pero el lunes ganamos Miss Universo, no el Nobel. Y ese hecho hizo que muchos mexicanos sintieran gusto de estar aquí, en este país, y de ser lo que somos, mexicanos. No es algo que ocurre a menudo y es algo que, sí, considero necesario. Me duele el ánimo por los suelos que percibo en los noticiarios que veo y escucho, en las charlas de café que sostengo con gente que quiero, en las calles que camino. Me fastidia mucho sentir ese dejo de fatalismo que parece recordarnos en todo momento que estamos hechos para el fracaso, que este país está condenado a la derrota, que es nuestro destino no levantar cabeza…

Ocurre lo de Miss Universo y me salen con que el premio lo compró el gobierno de Calderón para alegrar a la gente. Me río del disparate (aunque me lo hayan dicho en serio) y pienso que entonces Calderón ha tomado (¡por fin!) una decisión acertada.

“Es pan y circo”, remata una amiga en la oficina. ¿Y por qué eso es necesariamente malo? Veo el periódico esta tarde y me entero de que un comando armado mató en Tamaulipas a 72 migrantes ilegales que se negaron a ser extorsionados. Setenta y dos. Porque se resistieron a un abuso inhumano. A lado está la imagen de Jimena Navarrete… ¿Click en la nota de los masacrados o en las pecaminosas piernas de Miss Universo?

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Maruma Godoy ha respondido, al menos parcialmente, a este post. Revisen su entrada en Verba In Situ

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