domingo, julio 12, 2015

Cada alumno toca su instrumento...



Cada alumno toca su instrumento, no vale la pena ir contra eso. Lo delicado es conocer bien a nuestros músicos y encontrar la armonía. Una buena clase no es un regimiento marcando el paso, es una orquesta que trabaja la misma sinfonía. Y si has heredado el pequeño triángulo que sólo sabe hacer ting ting, o el birimbao que sólo hace bloing bloing, todo estriba en que lo hagan en el momento adecuado, lo mejor posible, que se conviertan en un triángulo excelente, un birimbao irreprochable, y que estén orgullosos de la calidad que su contribución confiere al conjunto. Puesto que el gusto por la armonía les hace progresar a todos, el del triángulo acabará también sabiendo música, tal vez no con tanta brillantez como el primer violín, pero conocerá la misma música.
Hizo una mueca fatalista:
—El problema es que queremos hacerles creer en un mundo donde sólo cuentan los primeros violines. 
Una pausa:
—Y que algunos colegas se creen unos Karajan que no soportan dirigir el orfeón municipal. Todos sueñan con la Filarmónica de Berlín, lo que es comprensible... 

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Del libro Mal de escuela, de Daniel Pennac (DeBolsillo, 2010)

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